miércoles, 20 de junio de 2012

Caperucita Roja Segunda Parte

Estábamos en esas en las que el lobo apareció. Un astuto y peludo mamífero que asustó a la dulce Caperucita. Mas no tardó en tranquilizarla:
-Hola, pequeña. Soy un lobo, como has podido comprobar pero no soy malo y solo quiero hacer amigos.
-De acuerdo, si quieres que sea tu amiga, lo seré con gran gusto mas ten cuidado y me engullas.-contestó Caperucita.
-Ya que somos amigos, podrías decirme Caperucita, ¿adónde vas con esa cestita?
-Voy a casa de mi abuelita, que está enferma. Le llevo algunos dulces.
Vive en el otro lado del bosque, en una cabaña rodeada de rosas.- respondió, la inocente muchacha.
- Umm... Podríamos jugar a un juego. Yo voy por el camino de la izquierda y tu por el de la derecha y quien llegue antes, gana.
-De acuerdo. Adiós.
La pobre Caperucita había caído en la trampa del lobo, pues no sabía que el lobo conocía el bosque como la palma de su mano. Elegiría el camino más corto hacia la casa de la viejecilla y allí se la zamparía.
En estas llegó el lobo a la casa de la abuelita. Golpeó la puerto con los nudillos y dijo con voz dulce como la miel:
- Hola, abuelita. Soy yo, tu nieta Caperucita, que viene a traerte algunos dulces.- fingió el lobo.
- ¡Ah! Hola, Caperucita. La puerta está abierta.
Entonces, el lobo abrió la puerta y se comió a la abuelita tan rápido que ni masticó. Luego se puso sus ropas y se metió en la cama de la vieja. ¡También se comería a Caperucita!
Más tarde vino Caperucita, que se alegró al pensar que había llegado antes. Golpeó con los nudillos y preguntó si podía pasar y el lobo disfrazado de abuelilla le dijo que sí.
Caperucita observó a su abuela, la veía cambiada:
-Abuelita, abuelita, ¡qué ojos tan grandes tienes!
-Son para verte mejor.
-Abuelita, abuelita, ¡ qué orejas tan grandes tienes!
-Son para oírte mejor.
-Abuelita, abuelita, ¡ qué nariz tan grande tienes!
- Es para olerte mejor.
- Abuelita, abuelita, ¡qué boca tan grande tienes!
- Es... ¡ es para comerte mejor!
En ese momento, el lobo se avalanzó sobre Caperucita, la cual intentó escapar. Mas el lobito no se dió cuenta de que un buen cazador pasaba por ahí y al oír los gritos corrió a socorrer a Caperucita.
Al lobo lo adormeció con una pócima mágica cuando se dio cuenta de que la abuelita pedía auxilio dentro de su estómago. Le abrieron la tripa y sacaron a la abuelita, que estaba entera.
Cuando el lobo se despertó, lo echaron a patadas del bosque y nunca más lo vieron. Y los tres juntos, la merienda se comieron.
                                                                      FIN
Moraleja: no hables con desconocidos.

                                     
                       

No hay comentarios:

Publicar un comentario